jueves, 18 de mayo de 2017

Medianoche en Mar del Plata



Esta historia no comienza a orillas del río Sena ni caminando por Montmartre. No tiene a la orquesta de Sidney Bechet ni a Django Reinhardt de fondo. No tiene un aire de nostalgia por lo no vivido. Arranca pasada la medianoche en la parada del 551 en San Luis y Colón.

Las paradas de colectivo son parte de algunos fetiches que tengo, debo tomar el colectivo en lugares donde hayan tenido un significado importante para mi. Está la ya mencionada, la de Luro y Salta, San Luis y Alberti y así. Pese a que me quede a contramano del laburo, la parada de Colón es mi elegida ya que en plena avenida, con una farmacia abierta y una parada de taxis, tengo menos probabilidades de que en la noche me suceda algo. 

Estaba solo escuchando música, deseando que el colectivo de la 1:30 no sea el 553. En el semáforo para un auto a más no poder de música y con una chica en el asiento de acompañante, nos miramos y los dos seguimos en la nuestra, yo con mi celular y ella siguiendo el ritmo que sonaba. De repente me chistean. 

"Chisssst chisssst. Hey nene!"

Vuelvo a levantar la mirada y la chica me dice:

"Podés creer que mi novió me engañó? 4 años juntos. CUATRO".

La verdad no tenía nada para decirle, soy muy Internet Explorer para decir algo ingenioso en un momento inoportuno. Así que dije lo primero que se me vino a la cabeza:

"No te lo puedo creer. Y bueno, ya fue. Es como diría Vanesa Show en Bendita Tv: Es pescado podrido mi vida".

El comentario causó gracia en ella y en sus compañeras, seguido de un "Tenés razón". El semáforo dio luz verde y nos despedimos con una sonrisa. Mi mirada se dirigió de nuevo al celular y luego para ver si el colectivo venía. Me doy vuelta y veo que el auto hace una maniobra rara, en mitad de la avenida retrocede y para en esa florería de la esquina. Se baja la chica, cruza y me dice:

"Hola. Che, no querés ir a la Combirrita a tomar algo?"

A esta altura mi cabeza era Windows 95 pero pensé: no te conozco, no sé si tus amigas están ya alcoholizadas luego de esa maniobra estilo Toretto, no sabía a qué hora iba a volver a casa, acabo de salir del laburo, estoy sucio luego de haber estado 7hs en una cocina  a 40 grados y huelo a papa frita.

Mientras pensaba todo eso mi cuerpo se transportó inconscientemente al auto y cuando me quise acordar estaba en un auto con tres chicas cantando Luis Fonsi y yendo pasito a pasito hacia La Combirrita. Me sentía Jerry Lewis en Profesor Chiflado.

         

Por las dudas me senté junto a la ventanilla, cosa de que si era un secuestro me tirara de una y que sea lo que Fort quiera. Llegamos al bar, no soy muy pro de los bares, bah, en realidad de ningún lugar donde haya gente pero bueno. Me propuse que la noche fuera un What If.

Reconozco que no soy un tipo conversador, me gusta escuchar y de última tirar la gran Narosky para quedar bien. Las amigas se fueron con un paisano de cada pueblo y nos quedamos los dos. He mirado todas las películas de Humphrey Bogart para saber qué decir en situaciones como esas de bar a medio cerrar y estando con una chica. No lo habré invocado bien porque la verdad ni se apareció y se formó ese silencio tenso post haber ordenado algo para tomar, ella una pinta de cerveza y yo una gaseosa. 

-Disculpame por hacerte perder el tiempo, la verdad que ni sé lo que hago acá.

-No pasa nada, es mejor que estar esperando un colectivo.

Surgió la charla y el desahogo. Me impresionó que en estos tiempos haya tenido una relación con una duración de un par de años, pero viste, como diría Vox Dei, todo tiene un final, todo termina. Debo reconocer que esa noche tuve prejuicio, ese prejuicio que nos para en un altar de "Qué vas a saber de música si escuchas sólo hits?" "Qué vas a saber de cine si sólo mirás Rápidos y Furiosos?" Pero a fin de cuentas todos estamos conectados, para hablar, para escuchar, porque en la vida hemos sufridos desamores, muertes, así como alegrías y emociones. No importe nuestra apariencia ni gustos. Y esta chica estaba triste, ahora que escribo me imagino el apostar por una relación durante años y que haya terminado así. No me puedo borrar su rostro.

Había pasado poco tiempo pero habíamos hablado mucho. Ella estaba más para un té y a la cama, yo para bañarme y sacar a la perra. Maso menos le respondí con el cassette puesto: el tiempo pasa, tenés a tu grupo de amigas, dedicate a hacer cosas para no hacerte tanto la cabeza, parar la pelota y pensar en lo que vas hacer y así. Más allá de eso creo que cumplí mi función que escuchar, ahora entiendo por qué la gente va a los psicólogos, esa necesidad de contar todo a un perfecto desconocido. 

Vinieron sus amigas para buscarla y me despedí, se ofrecieron a llevarme a casa pero había visto lo que habían tomado y no me quise arriesgar, recomendé que se tomaran un taxi por las dudas. Nos despedimos como si nos conociéramos, sabiendo que no nos vamos a ver más, más que sabiendo, sería deseando así queda este recuerdo y nada más. 

Me dirigí a mi parada fetiche de San Luis y Alberti. Vino el 551 y el viaje duró tres temas de Creedence. Cansado y con ganas de meterme a la ducha llego a casa pero la noche no había terminado. Siempre se vuelve al primer amor diría Gardel, me quedaba la cita más especial.