" Creo que todo el mundo posee lo que podríamos llamar una inteligencia musical universal"
Bill Evans
Una de las virtudes que amo del arte es que este no debe ser explicado, simplemente se siente y nos conduce a un mundo de experimentación sensorial único."No sé por qué pero esta melodía me hace llorar y es algo instrumental, no hay letra". "Mi cuerpo responde, baila, la mente es un testigo silencioso". Justamente fui cosnciente de eso cuando conocí el Jazz.
Cuando cursé Psicología, lo único que recuerdo es que nuestra profesora nos dijo: la edad de los 12 años es fundamental para cualquier persona, porque es ahí cuando los gustos de una persona se fundamentan, principalmente los musicales. Uno busca su grupo, su identidad y voz, y yo estaba en un cambalache de gustos por mi familia:
Padre: The Beatles, Sui Generis, Pink Floyd, Vox Dei, Creedence, Virus.
Madre: Luciano Pavarotti, Sandro, Edith Piaf, Sui Generis, Charles Aznavour, Los Gatos,
Hermana: Catupecu Machu, Ramones, 2 Minutos, Green Day, Sui Generis
Hermana: Ramones, The Beatles, John Lennon, John Lennon, John Lennon.
Yo estaba perdido en tales géneros y explorando más, a los 12 era eso sumando The Yardbirds, Almendra, Led Zeppelin, Pescado Rabioso. Pero no era algo mío, siempre era una recomendación a escuchar, pero nunca hacía arqueología de yo encontrar esta gema por mis medios y por qué no también miedos.
Para conciliar el sueño, prefiero dormir con la radio prendida, en parte de compañía y otras también porque me gusta despertarme a la madrugada y tratar de sacar el tema que están pasando en ese momento. Generalmente pongo la 103.3 que a la medianoche pasan hits de los 70s y 80s, pero por error el dial estaba en 100.3 y en una noche cualquiera, prendí la radio para dormir. Casi como un efecto que tiene una serpiente al escuchar la melodía de su encantador, estaban pasando un tema bastante conocido pero que no sabía su autor. Era "What a Wonderful World" de Louis Armstrong, pero mi reacción fue:
"Ah claro, el tema de Madagascar".
La letra me hacía acordar a "Imagine" de John Lennon, pero más allá el ritmo amable, la voz de Armstrong, me ponía en época, no sabía el tiempo exacto pero deducía que habrían sido los 50s o 60s y ese tiempo siempre me llamaron, no sé, la nostalgia de lo no vivido. No sé lo que quiero pero lo quiero ya y le pregunté a padre y a tío que me instruyan: papá me empezó a comprar unos discos de Jazz que sacaba Clarín semanalmente y mi tío algunos de sus discos viejos que ya no escuchaba.
Y yo tipo.
El primer volumen fue Armstrong, bien terreno conocido, luego Ella Fitzgerald, Glenn Miller, Sarah Vaughan, Bill Evans, Billie Holiday. En la parada del colectivo, en el colegio con un auricular para que no me vieran, al comer, al dormir. Y todo el mundo pasó a ser como una película Film Noir pero sin villanos, la gente usaba trajes, sombreros, era amable. Pero todavía no me llegaba, era algo agradable a escuchar, música de fondo, como si fuera un soundtrack de mi vida, pero no tenía emoción, la película no tenía acción. Había conocido nada más que el Jazz de orquesta.
Todo cambió en el número 13 de la entrega semanal: John Coltrane.
Todo cambió en el número 13 de la entrega semanal: John Coltrane.
Voy hacer mención especial al track list que fue el siguiente:
01 My Favorite Things
02 Naima
03 Mr.PC
04 Traneing In
05 Impressions
Ningún tema era la versión del estudio, era una grabación en vivo de Coltrane en el Village Vanguard, lugar donde los músicos experimentaban sus clásicos. Cada disco que venía lo prefería escuchar solo, como si fuera un ritual, algo mítico y privado. El tiempo era al llegar a casa del colegio, llego, lo veo pero no lo escucho, primero almuerzo, luego me siento, lo abro y pongo play.
Sentí lo mismo cuando mi padre me compró Jimmy Hendrix Live at Woodstock con la intro del himno estadounidense, y sentí lo mismo cuando me compré Deep Purple in Rock con Child in Time. Todo eso pero al cuadrado infinito. Como diría Chet Baker: I fall in love to easly.
Me sentía como una colegiala que ve al mariscal de campo después del partido y este la invita a tomar unos licuados. Pero Coltrane es alguien a quien aprecio mucho porque en un momento de mi vida en todo era serio, cotidiano, insulso, fue una ráfaga de emociones, colores, mundos que desconocía. Es como esa película oculta que uno encuentra en la madrugada y sabés que al otro día te tenés que levantar temprano pero te la quedas mirando igual, la película y vos a oscuras, algo íntimo que comparten, la privacidad de algo que uno no entiende pero igual disfruta.
Cuando conocí a Coltrane, conocí el avant-garde, entre ellos a Ornette Coleman y las pinturas de Jackson Pollock que es el que le hacía la tapa de los discos:
Coltrane y Pollock me acercaron al cine de Cassavetes, los cortos de Horacio Vallereggio, libros de Keraouc y Tolstoi, el comic de Paolo Parisi, acercarme más a lo mío, si el Jazz es la música de Estados Unidos, cuál es la música de mi país? Me acercó al Tango, a Piazzolla. Y esto para un chico de 12 años que siempre a esa edad trató de crecer a tropezones, era y sigue siendo algo mítico porque es contrabandear algo que no está en boca de todo. Yo nunca escuché en ninguna mesa hablar de Willem de Kooning, King Oliver o de Hemingway, y descubrir un mundo donde se puede conversar más allá del clima y de política es hermoso, porque escucho y aprendo, intercambio, no hay una verdad, hay sensaciones. Cuando escucho Jazz no sé si voy a reír o llorar, es similar a estar contento y recorrer cada lugar de la casa para expresar de alguna manera lo que sentimos.
Sinceramente no me enorgullezco de lo que acabo de escribir porque expresar la música de una manera que no es sonora, es sumamente diífcil. Es algo que desde hace 7 años que pensaba escribir y nunca encontraba el ritual adecuado, pero hoy ella me habló y me enseñó que no hacen falta métodos pero decir lo que uno siente, cuando Monk toca no piensa en la próxima nota, piensa en la que está tocando y el efecto que tiene este en su sonido. Free-Jazz. Free-Write.
Humildemente voy a dejar un top ten de mis discos/temas favoritos:
Mención especial para no olvidar las películas: Bernard Herrmann: Taxi Driver
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